Trabajo de la madre de bajo nivel socioeconómico con hijos menores
( Publicado en Revista Creces, Mayo 1999 )

La difícil situación económica que presentan los sectores más pobres de nuestra sociedad ha impulsado a la madre a ingresar en el área laboral, aunque existe limitación de oportunidades dado el número de hijos, la escasa capacitación laboral, discriminación de la mujer con hijos, ineficiencia en la atención institucional de los hijos, en especial el preescolar. Esto último podría mejorar si la jornada escolar fuera completa para todos los colegios.

Entre las características que presentan las mujeres de sectores pobres que se han insertado en el área laboral está el aumento creciente de grupos jóvenes, entre 20-24 años, el nivel de educación está concentrado en su mayoría en educación media incompleta.

¿Cómo afecta el trabajo de la madre en los hijos, cuando entre los principales agentes de socialización se encuentra la familia? Ella es fundamental en los primeros años de vida de sus hijos. Esta socialización está dada básicamente por la madre, quien es la transmisora de normas, valores, creencias, hábitos, usos y costumbres que le permitirán al niño introducirse en su medio. ¿Qué ocurre cuando la madre trabaja?. Si ella no cuenta con el apoyo de su pareja, ya que en los niveles más bajos de nuestra sociedad se tiene muy claro que el rol del hombre es de proveedor y el de la mujer, afectivo y doméstico. Además, a la madre soltera no le queda otra alternativa que entrar a trabajar para sostener a su familia. La mujer que trabaja fuera del hogar vive en tensión emocional por dejar a sus hijos solos o al cuidado de terceros. Se le suma la sobrecarga del trabajo doméstico que no es compartido con su pareja, y en ese sentido, la mujer sola y la con pareja se encuentran en igualdad de condiciones respecto a las tareas domésticas.

El hecho de que la madre de familias pobres se incorpore al campo laboral repercute en toda la estructura familiar. Se ha encontrado que afecta las relaciones de pareja y madre-hijos. El hombre se siente disminuido en su autoridad y se retrae, perdiendo la capacidad de asumir obligaciones, porque la mujer comienza a adquirir poder al actuar como proveedora. El efecto del trabajo de la madre en los hijos se relaciona con la capacidad de establecer vínculos efectivos que le otorgan seguridad y confianza, que son básicos para su posterior desarrollo al igual que la crianza y cuidados físicos. Erickson (1) estableció que la experiencia de los primeros años de vida marcarán la sensación de confianza básica respecto de sí mismo y hacia los demás, siendo un prerrequisito para el logro del sentido de individualidad.

En Chile no existe claridad en cuanto al tipo de cuidado que reciben los hijos menores de parte de la madre que trabaja fuera del hogar. Unos dicen que la madre que trabaja protege más a sus hijos que aquella que sólo se dedica a las labores del hogar, y otros dicen que las condiciones más adecuadas para la socialización y cuidado del menor se darían hasta el momento en que las madres entran al mercado laboral.

Por esto, nosotros quisimos conocer las relaciones que se establecen entre la pareja, entre madre-hijo y el tiempo que ésta utiliza en la socialización y cuidado de los mismos, conociendo como lo distribuyen en las diversas tareas del hogar. Aquí no se plantea un modelo de familia, porque se está analizando cómo afecta a la madre con hijos menores el hecho de trabajar fuera del hogar.

Nosotros planteamos que las relaciones familiares se verían afectadas por el trabajo fuera del hogar de la madre de bajo nivel socioeconómico (NSE), al igual que el tiempo destinado al cuidado y socialización de los hijos en comparación con aquellas madres que permanecen en su hogar sin trabajar. Ambos grupos de madres se parearon según número de hijos escolares y preescolares, el nivel socioeconómico, la estructura familiar fue muy similar, pero unas trabajaban fuera del hogar y las otras no.

La edad promedio de las madres fue de 33.5 en las madres que trabajan y de 31.5 en las que no trabajaban. La mayoría de las familias presentaron de 1 a 2 hijos escolares (86.7% vs 80%) y lo mismo ocurrió entre los hijos preescolares teniendo más de la mitad en ambos grupos (56.7%) un hijo de esa edad. Cerca de la mitad contaba con el padre presente en el hogar (46.7% vs 56.7%) y sólo dos madres asumían la jefatura del hogar. La escolaridad es similar en ambos grupos de madres y cerca de la mitad alcanzó un nivel de básica completa (43.4%). La actividad laboral desempeñada por el jefe de hogar en ambos grupos no difiere y se desempeñan en trabajos inestables (60.9% vs 56.7%). En el caso de la madre que trabaja, más de la mitad se desempeña como empleada doméstica (53.4%) o en algún trabajo inestable (40%). La situación provisional del jefe de hogar en ambos grupos no presenta diferencia, encontrándose más de la mitad no afiliados a ningún sistema (56.7% vs 73.4%).

La estructura de poder a nivel familiar se diferencia en relación a la distribución del dinero donde existe una mayor igualdad en la toma de decisiones, en la madre que trabaja que en la que no lo hace (p>0.05). Las relaciones de pareja son más armoniosas entre las parejas donde la madre trabaja y presentan una más baja frecuencia de discusiones que aquella donde no trabaja (p<0.01). Sin embargo, se destaca que la satisfacción en la vida familiar es bastante positiva en ambos grupos de madres, y que la mayoría de las madres se sentía satisfecha en ambos grupos (80% vs 76.7%).

La relación de la madre con sus hijos tampoco mostró mayores diferencias, salvo en la comunicación que se refiere a conversar con los hijos respecto a las salidas o paseos que hayan tenido. La madre que trabaja conversa significativamente menos con sus hijos sobre este tema que aquella que no trabaja (p<0.01). Cabe destacar que las actividades compartidas en las familias, (la mitad más uno de los miembros del grupo familiar) no difieren entre los grupos. Comparten ver TV (83.3% vs 96.7%), las reuniones familiares (73.3% vs 53.3), los fines de semana (80% vs 83.3%), el desayuno (53.3% vs 60%), el almuerzo (46.7% ambas), la comida (80% vs 90%), los paseos (60% vs 70%), las compras (43.3% vs 46.7%).

La madre que trabaja destina significativamente menos el horario de la mañana (7-12) para hacer el aseo (p<0.03) y cocinar (p<0.0001), y significativamente más para recrearse (p<0.0004) que la madre que no trabaja. Sin embargo, el horario destinado a los hijos no difiere y en ambos grupos es mayoritariamente en la tarde (84,3% vs 88.3%).

El número de horas destinadas a las actividades del hogar por la madre que trabaja es significativamente menos tiempo (0 a 2 hrs.) al aseo que aquella que no trabaja (p<0.02) con un promedio de 1.96 vs 2.5 hrs. En cambio, ambos grupos no difieren en el tiempo destinado a cocinar (promedio 1.06 vs 1.46 hrs.). Las madres que trabajan gastan significativamente menos tiempo en recreación (0 a 3 hrs.) que la otra que no trabaja (p<0.02). Esto se confirma porque la madre que trabaja presenta escasísima actividad social en comparación con la otra madre que no trabaja (6.6% vs 53.4%). Sin embargo, el tiempo dedicado a los hijos no difiere entre ambos grupos y casi la totalidad (90%) de ellas gasta entre 0 a 3 hrs. Con un promedio de 2.4 vs 2.5 hrs.

Finalmente, se quiso saber el bienestar y satisfacción que le produce a la madre su trabajo. El sueldo es el indicador que menor satisfacción le produce a la madre con relación al cuidado de los hijos y la actividad laboral que desempeña (p>0.05).

Entonces podemos decir que el trabajo en las madres estudiadas de NSE bajo tienen un impacto en su familia. Al nivel de estructura de poder existe significativamente mayor igualdad en la toma de decisiones respecto a la distribución del dinero. Es decir, las decisiones se toman de común acuerdo. Esto es importante, porque la madre ha logrado ser valorada por su pareja cuando ella participa en la generación de los ingresos.

Otro aspecto interesante es haber encontrado que la frecuencia de discusiones es significativamente menor entre la pareja cuando la madre trabaja. Esto podría indicar que la madre se siente en un plano de igualdad y habría, posiblemente, menos problemas por los cuales discutir como en las otras familias, pero no se puede achacar a que habría menos problemas económicos, puesto que no hay diferencia de NSE entre ambos grupos de madres.

La satisfacción que experimentan una y otra madre en su vida familiar es similar, lo cual señalaría que el hecho de trabajar no sería una fuente de mayor satisfacción. Esto se podría explicar porque el sueldo es lo que menos satisfacción le reporta a la madre y estaría trabajando más por necesidad que por una realización personal.

Si uno piensa que la educación de estas madres no alcanza a la Media completa, es lógico percibir un sueldo acorde a lo que ellas saben hacer. Por este motivo, se hace imprescindible que a la mujer de NSE bajo se la capacite para realizar otras actividades que le permitan percibir un sueldo más alto y lograr una cierta satisfacción que les permita desarrollarse. Este grupo de madres que trabajaban, se desempeñaban fundamentalmente como asesoras del hogar y realizaban su actividad en familias de medianos recursos, las cuales no están dispuestas a pagar sueldos adecuados o satisfactorios por ese trabajo.

Respecto de cómo afecta el trabajo de la madre en la relación con los hijos, tampoco se encontró mayores diferencias entre ambos grupos, salvo que las madres que trabajan conversan significativamente menos con sus hijos acerca de los paseos y salidas que hayan realizado. Esto es comprensible, ya que la madre llega cansada a su casa y debe realizar las tareas del hogar que significativamente son más en el horario de la tarde (aseo, cocina). Pero se destaca que el único momento de recreación que tiene la madre que trabaja es en la mañana y está dado fundamentalmente por la televisión.

No se cumplió lo planteado respecto del tiempo destinado al cuidado y socialización de los hijos. Ambos grupos de madres dispensan el mismo tiempo a sus hijos y es básicamente en la tarde. ¿Por qué ocurre esto? En principio, la madre que trabaja debería tener menos tiempo disponible para preocuparse de sus hijos y la que no trabaja, mucho más. Sin embargo, pareciera que la madre que trabaja es más organizada y destinada a las actividades del hogar el tiempo justo, en cambio, las otras gastan mucho más tiempo en el aseo y lavado o en recreación. Esto último prácticamente no está contemplado en el tiempo destinado a las actividades de la madre que trabaja.

Se podría decir que el mayor efecto del trabajo de la madre del NSE bajo es su falta de recreación y esto la podría llevar a vivir en estado de tensión o en una rutina que puede limitarle sus aspiraciones e impediría su desarrollo personal.

Estos resultados tampoco avalan lo encontrado en los estudios realizados en nuestro medio donde dicen que la madre que trabaja protege más a sus hijos. Al menos en lo que se refiere al tiempo dedicado a ellos y que se supone es de cuidados, afecto y protección por el hecho de estar presente y dispuesta a oírlos, ayudarlos, etc. no se encontró ninguna diferencia, más bien una total similitud en las conductas.

Es importante que se siga investigando esta área y se llegue a conocer cuáles son los efectos reales del trabajo de la madre fuera del hogar en el NSE bajo. Tal vez habría que investigar a los hijos y conocer bajo la perspectiva de ellos, el efecto que causa la ausencia de la madre en su hogar durante un horario determinado, cómo perciben ellos la calidad de la comunicación, afecto y entrega de normas que realiza la madre cuando está en la casa antes o después de una jornada de trabajo. Pero también, este estudio señala la necesidad de preparar a la mujer para que sea capaz de generar ingresos dignos por su trabajo. Si tienen una capacitación que le permita ingresar al área laboral en condición de igualdad con los hombres, se sentirá mucho más realizada tanto en su familia como en su trabajo.




Ma. de la luz Álvarez M.

Socióloga.

(1) Erickson, E. Infancia y Sociedad. De. PAIDOS, Buenos Aires, 1981, 127 pp.






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